Viajar con tus hijos sin morir en el intento

¡Buenas, buenas!

Ya deben haber visto que cambió el título del blog. “Oh, ¡Santa Madre!” es una expresión que suelo usar frencuentemente, y me parece bastante adecuado para un blog de maternidad. Bien, vamos al tema que nos interesa.

Viajar, ¡qué maravilla! Cambiar de aire unos días, disfrutar de la familia y los amigos en otra ciudad, pero sobre todo disfrutar de toooda la gama de paisajes y maravillas que hay durante el camino… eso sería posible sin unos brazos y piernas escaladores que te ven como la mejor montaña para sus aventuras sentada en un autobús. Eso sin mencionar las incontables miradas de todas las personas alrededor como diciendo “¡qué mala madre que no controla a su hijo!”. ¿Te suena algo de esto? Pues a mí también. Es uno de esos momentos en los que precisamente digo: “¡Santa Madre!

Como te comenté anteriormente, vivo viajando entre dos ciudades bastante cercanas de mi país. Sin embargo, ese viaje lo tengo que hacer el transporte público porque no cuento con vehículo particular (¡por ahora!) y la verdad que uno puede llegar a sentir tal nivel de desesperación que parece que hay que tener una maestría en técnicas de relajación, al menos tres vistas a algún templo budista, un jardín Zen y demás artilugios para no saltar a la primera de cambio y estallar en una nube de furia loca.

¡Mamá Karu al rescate! Querida madre y querido padre que me lees, déjame darte los tips que para mí han sido de gran ayuda para (en la mayoría de los casos) sobrellevar estos episodios. OJO: Fíjate que digo sobrellevar y no eliminar, porque como bien sabes, las fórmulas mágicas para la crianza NO EXISTEN. Voy pues…

  • Sé empática/o con tu hijo/a: Esta es una de mis favoritas en esta aventura de criar, porque empatizar te va a servir no nada más en este caso en particular sino en toooda situación con tu retoño en que sientas que ya no puedes más. ¿Por qué? Pues porque al ponerte en los zapatos de tu hijo o hija eres capaz de ver la situación desde su perspectiva e incluso darte cuenta que el problema no es tan grande (o que no hay problema alguno, sino algo estresante que no te deja pensar con claridad). Ahora, aplicado al viaje, fíjate en todas las cosas que están pasando desde la perspectiva de tu hijo/a: Estoy saliendo con mamá y/o papá en un momento en que no quiero hacerlo porque tengo otras cosas más divertidas qué hacer. Este lugar es pequeño y no puedo moverme mucho porque mamá/papá se molestan si les brinco encima, si toco con los pies los asientos de adelante, si hablo mucho, etc. Quiero que mamá/papá me cargue y juegue conmigo pero todo el tiempo me está diciendo “ya va”, “espérate”, “quédate quieto”. ¿Sí me sigues hasta acá? En serio, aplícalo y verás que muchas veces los adultos somos los complicados.

    KaruyJacoA
    Sé que no parece, pero ese día en el autobús #JacoboAlí hizo una de esas explosivas que ni el mejor pañal puede retener. Ensució falda, bolso y asiento.
  • Explícale lo que va a pasar: No te estoy diciendo que dos semanas antes del viaje le expliques cada detalle del viaje y se lo repitas diariamente tres veces al día. Tan solo con decírselo una o dos veces, una el día anterior y otra horas antes del evento es suficiente. ¿Por qué? Pues porque así se va haciendo a la idea y no es toda una experiencia desconocida (y por demás estresante) para él/ella. Recuerda que los niños necesitan rutinas que les permitan ir comprendiendo el mundo en el que se están desarrollando. “Karu, pero mi bebé tiene pocos meses, ni habla, ¿cómo me va a entender?”. Querida, bebé ha estado contigo durante nueve meses en gestación, más cerca de ti que ningún otro ser. Y a papá no lo dejemos de lado, si es como mi compañero quizá le hablaba poco, pero cuando lo hacía la barriga brincaba. Créeme, te conoce lo suficiente para entender la intención, la energía con la que se lo dices aunque aún no codifique las palabras. Y si es más grandecito/a, probablemente hasta te lo agradezca y pueda ser un juego distractor durante el camino.
  • Mantén cubiertas sus necesidades: Sí, parece obvio pero no lo es tanto. No me refiero solo a las básicas (comida, hidratación, aseo), sino también -y pienso que sobre todo- a sus necesidades emocionales. De todos modos, como nuestro querubín  de carne, hueso y mal humor no viene con el manual para la mamá y el papá de hoy en día el día del parto, voy a hacer la salvedad y enumeraré las que considero más importantes.
    • Comida: JAMÁS salgas sin haber comido algo y lleva snacks, pero evita que sean azucarados, sobre todo si es un viaje largo porque le darás un honguito verde* a su energía. Prefiere siempre snacks caseros o naturales en la medida de lo posible, y si no hay de otra, una galleta Maria o algo parecido (no sé si en otros países se les llama igual, son galletas redondas y dulzonas, perfectas para bebé o para una meriendita sencilla).
      Galletas María vía Imágenes de Google
      Galletas María vía Imágenes de Google

       

    • Hidratación: Otro indispensable. Al salir de tu casa, así como dices “teléfono, llaves, cartera”, añade “el agua del querubín” a la lista. Te evitarás muchos disgustos y compras de último minuto. En esos lugares suele hacer bastante calor, hay mucho ruido y movimiento, la gente está tan malhumorada y estresada como tú… y la paciencia aún en desarrollo de tu pequeño/a te agradecerá que puedas responder con inmediatez a esa necesidad en lugar de “ya va, querido/a, vamos a comprarla” [inserte aquí búsqueda infinita de un lugar donde haya agua mineral, no haya cola para pagar y te atiendan rápido] o lo que es lo mismo [inserte la receta perfecta para el desastre].
    • Aseo:  Vamos a practicar el primer tip con este ejercicio. Imagina que eres tu hijo/a, y a todo lo dicho en el primer punto agrégale sentir toda tu zona más sensible mojada, pegajosa y olorosa. ¿Desagradable verdad? Para evitar esto tómate el tiempo de hacer un mini-bolso dentro de tu bolso de mano con un cambio completo de ropa y pañal (nunca se sabe cuándo viene una explosiva), toallitas húmedas y lo que normalmente le eches a tu bebé (crema, talco…). Así será mucho más fácil y rápido para ti resolver que estar revolviendo el bolso buscando cada ítem por separado. Como plus, las toallitas húmedas pueden servirte para limpiar manos y cara, buches y cualquier otra sustancia indeseada que quiera ensuciar a tu pequeño/a.
    • Necesidades emocionales: ¡Llegamos al punto más importante! Porque a ver, ¿a quién no le gusta que lo mimen cuando está bajo mucha presión? Puede parecer exagerado, pero para un niño pequeño esas situaciones “cotidianas” pueden ser realmente extenuantes, el equivalente a un arduo día de trabajo en nuestras vidas. Así que mi consejo es que anticipes las posibles causas de estímulo negativo (tristeza, rabia, miedo). ¿A tu peque no le gustan los estruendos? ¡Santa Madre! Evita ponerte cerca del motor del autobús. ¿No llevas dinero como para comprarle caramelos? ¡Santa Madre! Rodea los puestos de chucherías y ni las menciones. ¿Se van a separar de algún amigo o familiar al que tu chiqui es muy apegado? ¡Santa Madre! Respeta su sentir y haz la despedida llevadera sin estirarla más de la cuenta y consolándole, brindándole atención y cariño.

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      ¡Bebé feliz = Familia feliz!
  • PLUSAparte de todo lo anterior, te dejo este tip de emergencia por si todo lo anterior falla. Mamá, papá, días malos tenemos todos. No te condenes ni te flageles. Estás haciendo tu mejor esfuerzo y tu pequeño/a lo agradece. Reconoce tu error, hazle saber que le amas por sobre todo y sigue adelante.

Y tú, ¿has viajado con niños/as pequeños/as? Déjame tu experiencia en los comentarios.

 

¡Gracias por leerme!

Hasta la próxima entrada.

P.D.: *¡1-Up por esa referencia!

3 comentarios sobre “Viajar con tus hijos sin morir en el intento

  1. Hola Mamá Karu!
    Primera vez que te leo y me encanta tu Blog!
    Sobre viajar con peques tienes toda la razón! El mío tiene 20 meses y me ha tocado un par de veces viajar en bus y avión (agregandole al asunto que no somos de mucho salir de la ciudad y no está acostumbrado).
    Cuando sentí que faltaba poco para llegar al límite de su capacidad para estar calmado o distraerse mirando, inventaba una canción o cuento… somos humanas y también tenemos nuestros límites pero la empatía es una forma de inteligencia que funciona bilateralmente porque al usar mi imaginación para inventarle un mundo diferente a ese espacio reducido, también me distraigo de lo que pueda ser el calor y la incomodidad.

    Para ellos como para todos, el juego es también una necesidad primaria (así lo olvidemos entre las preocupaciones y ocupaciones) y recuerdo que llevé un par de juguetes pequeños con partes móviles que en ciertas ocasiones funcionaron para distraerlo un buen rato.

    Gracias por tus concejos, espero seguirte leyendo!

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    1. ¡Muchas gracias por comentar! Ciertamente, el juego también es una necesidad primaria que solemos olvidar con más frecuencua de la necesaria. Agradezco mucho que cada día más y más padres y madres tomemos la decisión de hacer frente a esas carencias emocionales y darles la atención necesaria. Saludos, y espero ser de ayuda 😀

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